El Olentzero

Ilustración: Jorge Zavala Zarrillo
Ilustración: Jorge Zavala Carrillo

por Raúl Alonso Truan

Así me lo contaba mi abuelo todas las navidades:

Dicen los ancianos del lugar, que cerca de la cima del monte Gorbea vivía un pastor y carbonero de malas pulgas y borrachín que sólo bajaba al pueblo una vez al año a vender sus quesos, cabritos y carbón vegetal, y a aprovisionarse de vino y aguardiente. Cuando llegaba al pueblo, los niños se escondían ya que todos sabían de su tendencia a repartir varazos a todo el que se pusiera a su alcance. Cuentan que en la noche de la natividad del señor (bueno, entonces aún era un solsticio cualquiera), un ángel se le apareció mientras cuidaba la combustión lenta de su carbonera para darle la buena nueva. Extasiado de alegría, bajó corriendo la montaña para compartir la noticia con todo el pueblo. En lugar de varazos, esa noche repartió dulces y pequeños regalos entre los niños que le iban siguiendo por el pueblo. Evidentemente, el jolgorio por la curda que había pillado el pastor fue de órdago. Años después, cuando el apóstol Santiago pasó por el pueblo en su camino a Compostela y les contó la historia del nacimiento de Jesús a los lugareños, todos recordaron la noche en que el Olentzero (léase Olanchero) bajó de su montaña.

Desde entonces, en el País Vasco y Navarra, todos los días 24 de diciembre se saca a la calle una imagen del Olentzero, vestido con el traje tradicional de campo, con su txapela, su pipa y su nariz roja de haber bebido, y los niños van detrás en procesión cantando villancicos. Y esa noche, si los niños fueron buenos, el Olentzero les dejará regalos, pero si no lo fueron, lo que encontrarán al levantarse será carbón.

Así que ya sabéis, como yo siempre soy muy muy bueno, el Olentzero me deja regalos todas la navidades. Tengo algunos amigos con la idea peregrina de que a ellos sus regalos se los trae un viejo disfrazado que ofrece dulces a los niños para que se sienten en sus rodillas…no sé. Yo prefiero a mi pastor borracho.

¡Feliz Navidad a todos!

Zorionak eta Urte Berri On!

Raúl Alonso Truan. (Barcelona)Ingeniero, diletante frustrado y lector compulsivo. Tiene un coche pequeño, una perra grande y es capaz de cocinar carnitas en medio del barrio de Sants. Mientras completa su casi imposible estudio sobre la duración exacta del ahorita mexicano, escribe pequeñas piezas no literarias para que no se le estropee el punto de la pluma.

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