El Diccionario del diablo

Ilustración: Lola Zavala

por Raíces al aire

24 de junio. Un día como hoy, en 1842, nació en Ohio Ambrose Bierce. Fue un hombre de su tiempo; militar, ingeniero topógrafo y también un lúcido y agudo escritor, periodista y editor. Su muerte es un misterio. Se cree que ocurrió en México, país al que partió a los 70 años tras el ejército de Pancho Villa. Su última carta está fechada el 26 de diciembre de 1913, en Chihuahua.

Carlos Fuentes se inspiró en él para escribir su novela «Gringo viejo», posteriormente llevada al cine.

En 1906, Ambrose escribió el Diccionario del diablo («Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.»), del que extraemos estas otras joyas:

Aburrido, adj. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.
Academia, s. Escuela antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el fútbol.
Alianza, s. En política internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un tercero.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la función pública.
Carnívoro, adj. Dícese del que cruelmente acostumbra devorar al tímido vegetariano, a sus herederos y derechohabientes.
Cónsul, s. En política americana, persona que no habiendo podido obtener un cargo público por elección del pueblo, lo consigue del gobierno a condición de abandonar el país.
Coronación, s. Ceremonia de investir a un soberano con los signos externos y visibles de su derecho divino a ser volado hasta el cielo por una bomba.
Dentista, s. Prestidigitador que nos pone una clase de metal en la boca y nos saca otra clase de metal del bolsillo.
Dinero, s. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión soportable.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Espalda, s. Parte del cuerpo de un amigo que uno tiene el privilegio de contemplar en la adversidad.
Exiliado, s. El que sirve a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
Fanático, adj. Dícese del que obstinada y ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.
Frontera, s. En Geografía política, línea imaginaria entre dos naciones que separa los derechos imaginarios de una, de los derechos imaginarios de la otra.
Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.
Pasaporte, s. Documento que se inflige traidoramente a un ciudadano que sale de su país, denunciándolo como extranjero y exponiéndolo al ultraje y la reprobación.
Policía, s. Fuerza armada destinada a asegurar la protección al expolio.
Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.
Referéndum, s. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.
Teléfono, s. Invención del demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.

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