por Leticia Cruz
leticiacruzbcn@gmail.com
Toc toc
– ¿Quién es? Pregunta doña Luisa
¿Y estas fotos de quiénes son? Veo muchos rostros de mujeres. ¿Qué les ha pasado?
– Tú te las llevaste Catrina. ¿No te acuerdas?
– Catrina, y entonces, ¿no será que a estas miles de mujeres no les tocaba ese viaje contigo? ¿Será por eso que no te acuerdas?
– Calaca, les pongo una ofrenda para no olvidarlas. Para recordarlas. Para pedir justicia. Porque sus madres, sus hermanas y hermanos, amigas y amigos, buscan la verdad. Buscan, como yo, justicia para ellas.
– Entiendo, Luisa, por eso tu altar está lleno de tanta luz iluminando sus nombres y sus rostros. Tienes, de cada una, puesta su historia con fotografía. Qué detallista eres, Luisa, al montarles esta ofrenda. Leo con tristeza las historias sobre sus asesinatos. Pero ¿quién mata así a las mujeres?
– Las matan hombres, porque pueden.
– No, son de papel y discurso, no funcionan.
– Bueno, mira a tu alrededor, la sociedad se comporta de manera machista, a casi nadie le importa.
– Nada, de las muertas nada, solo les interesan las mujeres si son protagonistas de telenovelas, deportistas o estrellas de moda. El cine solo hace películas sexistas.
– Sí, en la radio es noticia cuántas han muerto, si son diez, si son veinte, si ya van doscientas…y poco más, todo con la música y la publicidad, sus programas de hora punta…. cuánto las maltratan.
– ¡Qué dices, Catrina! La prensa amarillista les da foco si logran publicar una foto en que las mujeres aparezcan desgarradas de sus ropas o desnudas, o quemadas, o torturadas, según el periódico, esas imágenes “sí venden”. Tanto la prensa como la radio, la televisión y el cine poco dicen de las razones por las cuales fueron asesinadas.
– Pero ¡qué barbaridad! ¿Y sucede esto en todas partes? ¿Y si son ricas y pobres?
– Sí, Calaca, en todas las regiones y en todos los niveles de la sociedad. Pero son principalmente las mujeres de bajos recursos las que padecen el horror del feminicidio, pero también mujeres con mejores condiciones económicas. Niñas, jóvenes, mujeres mayores. Trabajadoras de maquila, profesoras, artistas, periodistas, abogadas…
– Sí, Catrina, me afecta. Tuve una hermana a la que su marido asesinó. ¡Qué canalla! Y sigue sin recibir su castigo. Aquí puedes ver su foto. Yo al menos pude darle un entierro pero hay otras familias que ni siquiera han podido velar a sus hijas. Pues sus cuerpos terminan en basureros y fosas clandestinas. Sólo hay impunidad, no hay justicia.
Calaca, yo quiero rogarte que: ¡Ni una más!
– Luisa, estoy contigo en esa petición. No es mi oficio llevarme a nadie de esa manera. Cada persona tiene derecho a un funeral, a un entierro. Y entre mis motivos para venir a estas fiestas, en las que me visto de gala, está justamente eso, que también la muerte se dignifique.
Luisa, me despido con respeto y te deseo unas horas tranquilas. No te visitaré pronto para tu propio viaje conmigo pues una larga vida te espera por ser una humana generosa.
– Adiós Calaca, ¡que tengas una velada luminosa!
Realización de video, poema y música: Teo Wrönskiano
Voz: Carlota de la Peña
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