Mata Hari en 1906
por Lola Zavala
La leyenda está servida. Margaretha Geertruida Zelle pasa a la historia como la bailarina exótica e impúdica que enamoró a cientos de militares, la apasionada y voluptuosa Mata Hari que utilizó sus dotes para el espionaje internacional, la misteriosa mujer y ardiente espía condenada a muerte a los 41 años. Su cuerpo se destina a la facultad de medicina, su cabeza es amputada, embalsamada y exhibida en un museo, del que en 1958 desaparece, robada, según dicen, por un admirador.
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