Eduardo Galeano
Cuando Mariana cumplió seis años, algún vecino de Calella de la Costa le regaló un pollito azul.
El pollito no sólo tenía plumas azules, que lanzaban destellos violáceos al sol, sino que además meaba azul y piaba azul. Era un milagro de la naturaleza, quizás ayudada por alguna inyección de anilinas en el huevo.
Mariana lo bautizó con el nombre de Pérez. Fueron amigos. Pasaban horas charlando en la terraza, mientras Pérez caminaba picoteando migas de pan.
Poco duró el pollito. Y cuando llegó a su fin esa breve vida azul, Mariana se sentó en el piso, como para no levantarse nunca, y allí se quedó, la cabeza caída, la vista clavada en una baldosa. Sollozaba, no hablaba. Sólo habló para decir:
–Apena la vida sin Pérez.
_________________________________________________________
Pérez / Eduardo Galeano.
¡Qué triste este mundo sin él!
Maurice Tillet, el ángel francés, destacado luchador profesional, apasionado del ajedrez y modelo de fotografías…
Irving Penn: Fotografiar un pastel también puede ser arte.
¿Cómo seguir viviendo tras aquél funesto 11 de septiembre de 1973?
Una comunidad de San Francisco está convencida de que el sonido que Coltrane conseguía era…
por Raíces al aire Vivan los mexicanos y mexicanas que no pierden la esperanza. Vivan las…
por Laura Martínez Alarcón ¿Cuántas mujeres heroínas de la Independencia de México podrías nombrar?…