Nombres para nunca olvidar

De izquierda a derecha: Gertrudis Bocanegra, Altagracia Mercado y La Güera Rodríguez

por Laura Martínez Alarcón

¿Cuántas mujeres heroínas de la Independencia de México podrías nombrar? Olvídate de Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario, ¿a cuántas más conoces? Seguro que no a muchas y, sin embargo, miles de mujeres nobles y humildes participaron activamente en el movimiento independentista que dio inicio un 15 de septiembre de hace 208 años.

Es triste reconocerlo pero ya sabemos que en el curso de la Historia generalmente se habla de los grandes líderes, mientras que el papel que han desempeñado las mujeres se ha ubicado en un rol secundario a pesar de que ellas combatieron codo a codo con las tropas insurgentes, que las alimentaron y dieron apoyo logístico; que curaron a sus enfermos y heridos de guerra; que aportaron su patrimonio para abastecer de víveres, ropa y armamento a los soldados; que se hicieron cargo de los huérfanos y sirvieron de correo, de espías, de informadoras o de guías por caminos y veredas.

De acuerdo con el proyecto de investigación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), “Mujeres de Latinoamérica en Cifras”, sin la participación de las mujeres, el triunfo de la Independencia mexicana no habría sido posible. Su presencia y acción ha sido minimizada, cuando no olvidada.

Nombres, nombres, nombres… que no debemos olvidar

Entre muchas mujeres que debemos mantener en nuestra memoria, destacan:

  • Gertrudis Bocanegra, una de las principales conspiradoras de la guerra de Independencia. Sirvió como correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Fue muy hábil al armar una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista. En la etapa de resistencia de la guerrilla insurgente, Gertrudis fue enviada a Pátzcuaro con el fin de ayudar a la toma de la ciudad por parte de los rebeldes. Pero fue descubierta y hecha prisionera por el ejército real. Sometida a tortura para que delatara a otros participantes de la guerrilla, Bocanegra se negó siempre a dar información a los españoles. Finalmente fue enjuiciada y encontrada culpable de traición. Fue sentenciada a muerte y fusilada el 11 de octubre de 1817, en la plaza de San Agustín en la misma villa de Pátzcuaro.
  • Altagracia Mercado, «Heroína de Huichapan» (Hidalgo), de su propio dinero armó un pequeño ejército en cuanto se enteró de la lucha por la libertad. Se puso a la cabeza y dio la pelea a los realistas. En un encuentro desafortunado perdió el combate y cuando se dio cuenta, sólo ella quedaba en pie. Sin demostrar temor, con la valentía que la caracterizaba, siguió peleando hasta que la capturó el enemigo. La costumbre entonces era no tomar prisioneros sino fusilarlos. Pero su valor despertó tanta admiración a los jefes españoles que, cuenta la leyenda, el coronel español a cargo de las tropas la dejó en libertad argumentando que: «Mujeres como ella no deben morir».
  • Mariana Rodríguez del Toro, principal organizadora de la conspiración de abril de 1811, un complot en la ciudad de México para promover la independencia del país. Casada con un español realista, Manuel Lazarín, ambos simpatizaban con los rebeldes. En su mansión se llevaban a cabo tertulias políticas para dejar de depender de la corona española. Una calle del centro histórico de la Ciudad de México lleva su nombre.
  • Con valentía y arrojo, María Soto la Marina ayudó a las tropas del general Francisco Javier Mina. Las huestes de los realistas se enfrentaron con los insurgentes cerca del río que hoy lleva el nombre de la heroína, pero el general Mina no contó con un enemigo quizá más poderoso: la sed. Los españoles se habían apoderado estratégicamente del río y era imposible romper el cerco para llegar hasta el agua. Al darse cuenta, María salió de la retaguardia, tomó dos cántaros y sin importar las balas enemigas comenzó a acarrear agua para que tomaran los soldados insurgentes. Una y otra vez atravesó las líneas enemigas sin importar su seguridad, hasta que todos pudieron calmar su sed sin que sufriera ningún daño.
  • María Fermina Rivera. Contaba el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi que esta mujer, viuda de un coronel de caballería, tuvo que “luchar con hambres terribles, caminos fragosos, climas ingratos y cuanto mal padecieron sus compañeros de armas”. Algunas veces tomaba el fusil de algunos de los muertos o heridos y sostenía el fuego al lado de su marido “con el mismo brío y valentía que tuviera un soldado veterano”. Murió en acción de guerra al lado de Vicente Guerrero en 1821.
  • Luisa Martínez, esposa de un guerrillero apodado «El Jaranero». Fue una importante informadora de las huestes independentistas. Estuvo junto a su marido peleando, hasta que en Erongarícuaro (Michoacán) perdieron la batalla y junto con los hombres fue hecha prisionera. En el cementerio del pueblo los fusilaron. Cuando le tocó su turno gritó con todas sus fuerzas: «Como mexicana tengo el derecho de defender a mi patria». Acto seguido se desplomó abatida por las balas.
  • Manuela Medina. La llamaban La Capitana. Creó una compañía de independentistas con la que participó en siete acciones de guerra. Dicen que viajó más de cien leguas para conocer a José María Morelos. Murió en 1822 a consecuencia de las heridas que recibió en combate y que la tuvieron postrada durante muchos años en el más absoluto dolor.
  • María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera Rodríguez, impulsora de la consumación de la Independencia. Fue una criolla que figuró en la sociedad colonial mexicana por su belleza y riqueza, además de brindar su apoyo a la Independencia de México. En su casa señorial, ella organizaba tertulias en las que, a menudo, se discutía sobre política. En una de estas veladas, se supo del arresto del cura Hidalgo y otros insurgentes. Rodríguez propuso capturar al virrey en respuesta al arresto y fue parte importante del complot hasta su descubrimiento. Había conocido a Hidalgo antes de la independencia; en 1810, fue llamada ante la Inquisición y luego exiliada a Querétaro. De modo clandestino apoyó a los insurgentes dándoles dinero y escribiendo para ellos. Rodríguez también estuvo en contacto con Los Guadalupes, un grupo que incluía a muchas mujeres que trabajaban por la causa libertaria. Fue, sin duda, un personaje emblemático que impulsó la “libertad mexicana”.

Otras miles de mujeres, célebres y anónimas, lucharon juntas por un mismo deseo: ver a su patria libre. Todas sufrieron el flagelo de la guerra y fueron responsables de mantener en pie a sus familias y comunidades. Muchas de ellas fueron fusiladas sin tener un juicio justo. Así, quedan para la historia los nombres de Mariana Anaya, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, María Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, María de Jesús Iturbide, María Antonia García, María Andrea «la Campanera», Juana Villaseñor, Josefa Sixtos, Antonia Piña y tantas y tantas otras que ofrendaron su vida por México.

Laura Martínez Alarcón. Periodista mexicana, orgullosamente chilanga. Desde hace 8 años vive en España, primero en Madrid y ahora en Barcelona. Es doctoranda en Comunicación, Información y Propaganda por la Universidad Complutense. Ha trabajado en diversos medios (radio, televisión y prensa electrónica) y en distintas administraciones públicas. Es una amante del patrimonio cultural de México. Su filosofía de vida se resume en dos palabras: CARPE DIEM.

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