por Lola Zavala
Andrea Arroyo es una mexicana que reside en Estados Unidos desde hace muchos años. Es una artista multifacética y también una incansable activista. Actualmente expone su obra en Nueva York, mientras dirige de manera independiente el proyecto Tributo a los desaparecidos. Un proyecto que utiliza el arte como herramienta para el cambio social e involucra a la comunidad creativa internacional.
Hablamos con ella para que nos contara, en primera persona, sobre su experiencia como inmigrante mexicana y artista en Nueva York.
-¿Cuánto tiempo hace que saliste de México?
Llegué a la ciudad de Nueva York a principios de los años 80, resido en Manhattan desde entonces.
-¿Por qué saliste?
Era una joven estudiante de filosofía y danza contemporánea en la ciudad de México y tenía la inquietud de explorar otros horizontes y de aprender cosas diferentes. Mi plan era permanecer en NY por 6 meses, estudiando la técnica de danza del coreógrafo Merce Cunningham y después regresar a mi país.
Una vez aquí, hice audición y conseguí una beca para su programa profesional, donde tuve el placer de estudiar con Merce y de tomar las clases de la compañía, al mismo tiempo que comenzaba a bailar con grupos de danza independientes, incluyendo a la coreógrafa japonesa Nayo Takasaki, con la que colaboré por varios años.
Al llegar a NY, casi inmediatamente me enamoré de la ciudad, sobretodo de la increíble diversidad de la población, de la oferta cultural y de la amplia gama de oportunidades. Esos 6 meses se convirtieron en años y en décadas, y la ciudad aún me parece maravillosa.
Hice la transición de la danza a las artes plásticas a mediados de los 80 y desde entonces me convertí en artista visual de tiempo completo.
-Háblanos un poco de la exposición Una Rosa en Harlem. ¿Cómo se te ocurrió? ¿A quién va dedicada? ¿Por qué?
El título de la muestra «Una Rosa en Harlem» proviene de la famosa canción de 1960, y celebra la historia y a las mujeres de Sugar Hill, un área designada como el único distrito patrimonial de las rosas en Estados Unidos (además, las rosas representan para mí un eterno símbolo femenino, que utilizo para honrar a las mujeres de la zona).
Esta es mi exposición individual número 39 y se presenta en la galería del nuevo edificio Sugar Hill, diseñado por el galardonado arquitecto David Adjaye, quien también utilizó el tema de Una Rosa en Harlem en el diseño de la fachada.
Yo vivo en el área y siempre me ha interesado la historia urbana, sobretodo en el impacto de la población femenina en la historia y en la vida contemporánea. También me interesa integrar mi obra con la historia y la comunidad locales, y generalmente realizo obras específicas que reflejan la conexión entre el arte contemporáneo y la historia.
La muestra presenta obras que examinan el estatus de la mujer en la sociedad, celebrando la entereza femenina y abordando al mismo tiempo el tema de género e identidad. Las obras en exhibición incluyen “Homenaje a las Mujeres de Sugar Hill”, una pieza que consta de numerosas figuras femeninas entrelazadas con elementos de encaje. Esta obra -creada in situ- toma referencias de la vida alrededor del río Harlem (en el pasado y el presente) honrando a las mujeres de la nación Algonquina, las mujeres de la época de la Colonia y las mujeres inmigrantes que contribuyen hoy en día a la radiante diversidad de la comunidad del Alto Manhattan.
“Una Rosa en Harlem””, la pieza de la que la exhibición toma el título, está inspirada en la mujeres afro-americanas del Renacimiento de Harlem (años 1920), incluyendo a las escritoras Zora Neale Hurston y Dorothy West, y a las pintoras Augusta Savage y Lois Mailou Jones.
La exhibición también muestra dos piezas suspendidas del techo, tituladas “Ms. Marjorie” y “Toma el Tren A”, dos dibujos a larga escala, realizados durante colaboraciones artísticas con la legendaria jazzista Ms. Marjorie Eliot, con quien realicé una tercera colaboración en vivo el pasado 17 de julio.
Esta colaboración interdisciplinaria/intergeneracional/interracial con Marjorie, ha sido extremadamente inspiradora y representa para mí la oportunidad de establecer enlaces entre comunidades utilizando el arte como un lenguaje universal que rebasa las fronteras, los límites y los prejuicios sociales.
-Cuéntanos un poco sobre tu experiencia como artista mexicana en Estados Unidos.
Llegué muy joven a una ciudad extremadamente diversa y vibrante. El hecho de ser mexicana siempre me pareció una ventaja, a pesar de haber llegado sin hablar inglés y sin un plan profesional específico.
En los años 80 la población mexicana en Nueva York era muy pequeña y casi invisible. En estos días eso ha cambiado radicalmente, con un crecimiento de la comunidad mexicana que se multiplica día con día.
El hecho de haber llegado a Nueva York a través del mundo del arte me facilitó las cosas, pues una ciudad tan cosmopolita tiende a tener una población que es generalmente de mente abierta.
Mi trabajo hablaba por mí, siendo bailarina es obvio que no se necesitan palabras para expresarse, y cuando me convertí en artista visual, mi portafolio me abrió las puertas a muchas oportunidades.
Como mexicana sabía que era considerada «extranjera», pero también sabía que formaba parte de una enorme comunidad de artistas de todo el mundo, donde la mayoría navegábamos la ciudad con ojos frescos y libres de muchos de los prejuicios de nuestros países de origen.
Tuve la fortuna de encontrar a muchos artistas internacionales que formábamos una red informal de apoyo y de inspiración.
Nueva York para mí representa la libertad, no es una ciudad o sociedad perfecta, existen problemas e injusticia social, pero para mí sigue representando un mundo de oportunidad y movilidad social que es más difícil de conseguir en otros lugares.
En los últimos años mi obra se ha ido acercando a mi patria de origen, he desarrollado una sensibilidad en cuanto a los problemas sociales de mi país y una convicción de integrarlos a mi obra, no sólo como expresión individual, sino también con el objetivo de utilizar el arte para fomentar el cambio social.
-Sabemos que tienes el proyecto «Tributo a los desaparecidos». ¿Cómo surgió la idea?
Siempre me ha interesado el tema de la justicia social y he sido activista por muchos años, sobretodo en el temas relacionados con las mujeres. Hace aproximadamente 6 años comencé un proyecto sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, titulado «Flor de Tierra -Homenaje a las Mujeres de Juárez», el proyecto aún está en desarrollo y consta de 400 dibujos en tributo a las víctimas de feminicidio.
Después de asistir a una manifestación política en la plaza Union Square en Manhattan, supe que necesitaba utilizar el arte para conectar el dolor de la comunidad mexicana con la solidaridad de la comunidad neoyorkina e internacional.
A la semana siguiente, salí hacia la manifestación con una bolsa llena de rollos de papel y marcadores, durante el trayecto (en el tren subterráneo), escribí los nombres de los 43 normalistas en tiras de papel que coloqué en mi espalda, creando espontáneamente mi pieza «43 Alas». Esa expresión artística personal se convertiría en una intervención pública que invitaba a la gente a hacer preguntas, a tomar fotos y a participar en un diálogo más personal, creando conexiones más profundas que los discursos políticos.
Esa tarde me dí cuenta de la inmediatez con la que el arte destruye las barreras de lenguaje, cultura y clase.
Tributo a los Desaparecidos es un proyecto que me permite seguir creando estas conexiones a nivel internacional, con el objetivo principal de no dejar que se extinga la llama de la solidaridad.
Fundé el proyecto con una colega artista en noviembre del 2014. La idea está inspirada en el Aids Quilt de los años 80, que en Estados Unidos sirvió para desestigmatizar la enfermedad y para atraer la solidaridad de la comunidad a los afectados por la epidemia.
En solo un mes logré colectar las obras de más de 100 artistas internacionales, utilizando las ventajas del internet y las redes sociales.
Hasta el momento cuento con la participación de aproximadamente 200 artistas de las Américas, Europa, África, Asia y Australia.
El proyecto incluye a artistas consagrados y emergentes y también a personas de la comunidad que han enviado poemas, videos, mantas, manualidades, tejidos, etc.
Continúo invitando a todos a participar con imágenes, textos o videos, acepto cualquier expresión artística y el único requisito es que aborde el tema de la justicia social. Las obras se reciben vía email y formarán parte de la exhibición en Nueva York en septiembre.
El proyecto consta de una página en Facebook (que actualizo diariamente con una obra nueva), de una serie de exhibiciones, y de talleres comunitarios.
Cada 26 del mes realizo una obra creada por mí y la publico con un mensaje de solidaridad y una actualización de la situación en Ayotzinapa (que en 10 meses ha empeorado por la incapacidad del gobierno mexicano de proveer las respuestas y la justicia necesarias).
Ahora yo sigo manejando el proyecto independientemente y haciendo la curaduría y estoy en estos momentos planeando una exhibición en Nueva York, que conmemorará el aniversario del secuestro de los 43 estudiantes, el 26 de septiembre.
El proyecto es independiente, no tiene lazos con ninguna organización política o auspicios. (Exclusivamente para la exhibición de septiembre, me he asociado con la organización Mano a Mano, Mexican Culture Without Borders, con quienes presenté un taller comunitario de Tributo a los Desaparecidos hace un par de meses).
Puedes consultar y contribuir con el proyecto Tributo a los desaparecidos a través de su página de Facebook: Tribute to the disappeared.
También está en Flickr: tributetothedisappeared
Puedes conocer más de la obra de Andrea en su página web: www.andreaarroyo.com
La exposición “Una Rosa en Harlem” puede visitarse hasta el 20 de agosto de 2015 en Rio III Gallery, Edificio Sugar Hill. 898 St Nicholas Avenue, 9th fl. New York NY 10032. El 6 de agosto tendrá un evento de jazz en vivo.
Que impresionante artista! Gracias!